Por segundo día consecutivo, la esperada fumata blanca no apareció en la chimenea de la Capilla Sixtina. En su lugar, el humo negro volvió a anunciar al mundo que los cardenales aún no han llegado a un acuerdo para elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril. Ya se han realizado tres votaciones, y todavía no se alcanza la mayoría necesaria.
Mientras tanto, fieles se reúnen en la Plaza de San Pedro con la esperanza de conocer pronto el nombre del nuevo líder de los 1,400 millones de católicos. Para que eso ocurra, al menos 89 de los 133 cardenales electores —la mayoría nombrados por el propio Francisco— deben coincidir en un candidato. El proceso, que se lleva a cabo bajo total secreto, es guiado por un ritual centenario: cada cardenal escribe su voto en una papeleta que deposita frente al mural del Juicio Final de Miguel Ángel.
A partir de este jueves, se espera que se realicen cuatro votaciones diarias. Si no se logra un resultado después de tres días, el cónclave se detiene brevemente para oración y reflexión. Si la elección sigue sin resolverse tras 21 votaciones, se restringe el proceso a los dos candidatos más votados, quienes ya no pueden emitir su propio voto. Aun así, se mantiene la regla de obtener una mayoría de dos tercios.
Hasta ahora, las cámaras del mundo entero siguen pendientes de la pequeña chimenea en el techo de la capilla, esperando el humo blanco que indique: “habemus papam”.